La historia del vino se remonta al viejo
testamento (Genesis 9:20) cuando es mencionado por Noé. En Grecia
antigua, el vino era tomado con agua (tomarlo sin mezclarlo era mal
visto); Teocrito describe a los vinos como venerables cuando cumplían
los 4 años de edad. Por aquel entonces era guardado en toneles,
recipientes hechos en pieles de cabra y ánforas impermeabilizados con
aceites y trapos engrasados; por lo que el aire estaba en contacto con
el vino en todo momento. Los romanos deomstraron mejor cuidado y mejor
vino a través de los vinos Falernianos de un año de añejamiento
introduciendo otros recipientes. Aunque de todas formas no se llego
hasta la maduración completa del vino cuando se introdujo la botella
con corcho. El vino conservado en madera no alcanza la madurez hasta
pasados los tres años; mantenido mayor tiempo no mejoraba pero podía
deteriorarse. Los toneles eran mantenidos hasta 20 años hasta el
final del siglo 18, momento en que fueron mejorados; pero el hábito
fué abandonado y los connoisseurs encuentran en ello un tema para
discusión.
Los romanos plantaron viñedos en todos los
lugares en que la uva soporto el clima (Africa del norte, España,
Gaul, Inglaterra e Illyria). Los cultivos permanecieron para consumo
local, en particular para la Sagrada Comunión, por lo que su cuidado
paso a ser preocupación de los eclesiásticos.
La reaparición del vino como bebida, y la de famosas bodegas, resulto
invariablemente de los esfuerzos de monjes y monarcas distinguidos por
su devoción a la iglesia.
La mayoría de los vinos locales eran de baja
calidad, especialmente de áreas actualmente consideradas como de alta
latitud. El Vin de Suresnes de las afueras de París se transformó en
algo fino. En Inglaterra existen registros de Vinos Espumantes de la
variedad Welsh que datan del siglo 19 en producido en las afueras de
Cardiff
Si bien las plantaciones mas importantes son
atribuidas a Carlomagno, no fué hasta el siglo 12 que las grandes
plantaciones encontraron lugar y grandes mercados. Debido a las
dificultades para transportar mercaderías de la época, la mayoría
de los viñedos que subsistieron fueron aquellos que estaban a orillas
de ríos importantes. Tal es el caso de los viñedos a orillas del
Rhin en Alemania, Garonne y Loire. Otros eran producidos en la zona
controlada por Venecia de Grecia donde se producían variedades de
Madeira, hacia 1420. La utilización de botellas y corchos apareció
para finales del siglo 17, y se atribuye su creación a Dom Pierre Pérignon
de Hautvillers, padre del mercado del Champagne.
Otro descubrimiento, al que se llegó, pero por error, fue la obtención
de vinos dulces y bouquet, los cuales se producían dejando que las
uvas entraran en cierto fermento todavía en los viñedos y parras, en
el año 1775 en Rheingau. Esta pourriture noble (podredumbre noble)
era causada por la presencia de cierta microdermia especial que hizo
posible algunos Sauternes y conocidos algunos vinos de Hungría
afectando ciertos toneles.
También durante el siglo 17, fue cuando los
productores de Madeira, Jerez y Oporto comenzaron a fortificar sus
vinos agregando Brandy durante la elaboración.
La desaparición de muchos viñedos
importantes ocurrió después de 1863, cuando accidentalmente se
transportó una variedad de piojo denominado Phylloxera que atacó las
raices de las plantas. Debido a esto, áreas que alcanzaron los
2.500.000 acres fueron devastadas por la peste, dejando a los
productores franceses al borde de la quiebra y a los productores de
Madeira y Canarias completamente sin producción. La devastación fue
controlada luego de importar plantas resitentes a ese piojo desde
California. Los vinos Pre-Phylloxera actualmente son practicamente
imposibles de conseguir.